El objetivo de este blog es el Promover en la escuela la circulación de los saberes ambientales de los originarios (indígenas) y la comunidad educativa entorno a la consciencia ambiental en el área de Ciencias Naturales y en los proyectos ambientales escolares PRAES.

martes, 26 de abril de 2011

El INCODER y el IGAC declararon abolidos los resguardos de origen colonial y republicano


 

Fotografía de: defensoria.org.co

El próximo 20 de mayo se cumplen 190 años del Decreto del Libertador Simón Bolívar del 20 de mayo de 1820 que ordenó devolver a los naturales los resguardos que les otorgó la Corona Española (y que a renglón seguido instauró la nefanda política de repartimiento o división de los mismos).
Para conmemorar la fecha, el Gobierno Nacional ha decretado que dichos Resguardos NO EXISTEN.
De estos nos hemos enterado en diciembre pasado porque a la Alcaldía de Riosucio (Caldas) ya le notificaron que dejará de percibir de la Nación más de 800 millones de pesos el año entrante.


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LOS DONES DE CHIAPAS

Elena Poniatowska
Tomado de:www.jornada.unam.mx
Perdonen la nota personal en una ocasión tan solemne, pero quisiera afirmarles aquí, en la honorable Cámara de Diputados y frente al gobernador Juan Sabines, que le debo mucho a Chiapas. Hace cuatro años, mi hijo Mane, director de ciencias en la UAM Iztapalapa, se cruzó en un corredor de la facultad con uno de sus estudiantes chiapanecos, que le pidió: ¡Ay, maestro, sea buena onda, cómpreme un boleto para una rifa, no hay que ser! Costaba dos pesos. Unos meses más tarde se enteró por Maribel, esposa de Giovanni Proiettis, maestro de la Universidad Autónoma de Chiapas que un tal doctor Emmanuel Haro Poniatowski se había sacado un automóvil y una casa de interés social en Tuxtla Gutiérrez. El coche es un maravilloso Nissan moradito y desde entonces su presencia en el barrio de Chimalistac nos remite a Tuxtla Gutiérrez, así como la casa, que los espera a todos ustedes con las puertas abiertas.
Desde hace más de 50 años recibo dones de Chiapas, no sólo cántaros, tejidos, libros de poemas del Taller Leñateros, sino lecciones de vida. Algún enamorado me llamaba Chulmetic, que quiere decir Lunita, pero yo nunca le dije Chultetic, que quiere decir Solecito. Hace 30 años también, Susana Alexander y yo venimos a Ocosingo a dar una conferencia sobre las mujeres que escriben, y al final, un muchacho de ojos muy inteligentes debajo de su sombrero campesino, reclamó: “Se le olvidó a usted el Segundo sueño, de Sor Juana Inés de la Cruz”, y sin más empezó a decirlo de memoria, mejor que Jesusa Rodríguez aquí presente.
Después he asistido a encuentros, conferencias en Tuxtla Gutiérrez, en San Cristóbal, en Comitán, e incluso en la selva Lacandona, en la que hablan los venados, los quetzales y los saraguatos. Admiré Palenque, Bonampak, Yaxchilán, Toniná e Izapa; pero lo que más me llamó la atención fue comprobar que en todo está la figura entrañable de Rosario Castellanos, esa niña que siempre acudió a los recursos de su imaginación y de joven fue confinada en un hospital para tuberculosos después de haber servido en el Instituto Nacional Indigenista (INI), que protegía a los lacandones. Rosario le dio vida a una marioneta, Petul, que animaba a los niños a lavarse los dientes. Sus personajes fueron el cepillo, el peine, el agua y el jabón.
Además de escribir los textos para el Teatro Petul y desandar toda la sierra, Rosario fraguó sus dos novelas y sus libros de cuentos que ahora son la esencia de Chiapas. Extraordinaria maestra, sus clases de las cuatro de la tarde en la Facultad de Filosofía y Letras sustituían lo que otros convertían en siesta y ella, reloj-alarma despertaba conciencias y forjaba vocaciones.
Rosario tendría hoy 85 años, puesto que nació el 25 de mayo de 1925. Delgada y frágil, su juventud fue solitaria como la de las mujeres de provincia que en los años 40 soportaban unas costumbres muy rígidas que condenan el amor y la entrega como pecado sin redención. Rosario se evadió de la soledad por el trabajo y eso la hizo sentirse solidaria con los demás y concentrarse en algo abstracto que no la lastimara, como más tarde lo harían el amor y la convivencia.